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bañera, cartas, dormitorio cadáver, familiares, Hotel, portátil
El gerente del hotel fue quien avisó a la policia. La víctima fue hallada en la habitación 314, la primera habitación a la derecha nada más salir del ascensor. La encargada de la limpieza de la planta fue quien, alarmada, dio aviso a dirección. Como todas las mañanas recorría las diferentes habitaciones de la planta para hacer la camas, limpiar el aseo y recoger la suciedad de la noche anterior. Al parecer, al entrar al cuarto de baño encontró el cadáver de una mujer dentro de la bañera llena de agua. Tras superar el primer impacto salió despavorida de la habitación a avisar al gerente, quien llamó inmediatamente a la policía. Fue nuestro contacto en la policía quien después nos llamó a nosotros.
Cuando llegué, la policía ya se había hecho cargo de la escena del crimen. El cadáver fue encontrado en el único cuarto de baño de la habitación, completamente desnudo. La bañera estaba llena de agua, pero no había rastro de jabón. A simple vista no había herida ni marca física alguna, el agua le llegaba hasta el cuello, la cabeza estaba ladeada hacia la pared y los ojos cerrados. El brazo derecho aún se apoyaba sobre el asidero metálico de la misma, mientras que el brazo izquierdo flotaba sobre el agua, a escasos milímetros de la pierna izquierda. En los alrededores no se encontró ningún sedante ni estupefaciente que confirmara el suicidio. Además, una carta de póker, el tres de corazones, se encontró doblado entre el dedo índice y anular de su pie izquierdo.
Se trataba de una mujer joven, de no más de treinta años, camarera, que respondía al nombre de Raquel Fernández Castro. Soltera, aunque registrando su cartera se encontraron fotografías de ella y un hombre con el que luego supimos que mantenía una relación. Era huérfana de ambos padres, los cuales habían fallecido en un accidente automovilístico tres años antes y su única familia la constituía su abuela y su hermano menor, quienes vivían juntos a las afueras de la ciudad.
Estudié el dormitorio. La cama estaba hecha, lo que apuntaba que o bien la víctima no se había acostado, o bien la asistenta la había hecho nada más entrar, lo más probable, dado que el edredón parecía recién planchado y las almohadas estaban sin tocar. Encima de una silla junto a la ventana había unos pantalones vaqueros y una camisa a rayas. Pregunté a uno de los agentes sobre la ropa y confirmaron que la asistenta la recogió del suelo cuando vino a limpiar. Sobre el escritorio había un ordenador portátil, apagado, con la pantalla abierta, y un par de latas de cerveza en la mesilla de noche, una vacía, la otra por terminar. Por lo demás, aquella habitación estaba completamente recogida, cosa que extrañó hasta a la mujer de la limpieza. Por supuesto, no pudimos encontrar nada que pudiera haberse usado para perpetrar el crimen.
La policía fue la encargada de notificar a sus allegados lo sucedido. Se decidió ocultar de antemano el detalle escabroso de la carta, la cual junto con la ropa, las cervezas y el portátil fueron recogidos por la policía, como pruebas del caso. El equipo forense levantó el cuerpo para efectuar la autopsia.
La primera persona en llegar a la escena del crimen fue su supuesta pareja, deshecho en lágrimas. La policía lo llevó a una esquina y empezó a interrogarle, por lo que yo aproveché para tomar mis propias notas. Su nombre de pila era Marcos Gutierrez Iñigo, de treinta y dos años. Era farmacéutico en una farmacia local. Conoció a la víctima dos años atrás, una noche en un local de ambiente y desde entonces entablaron la relación que tenían hasta el momento. Estaban bien avenidos. También conocía a su abuela y a su hermano.
Cuando se le preguntó que había hecho la noche anterior respondió que había estado estudiando en la biblioteca, puesto que había empezado medicina ese mismo año. Una coartada que se podía corroborar fácilmente, puesto que tanto la recepcionista de la biblioteca como los demás usuarios podían confirmar si estuvo allí y por cuanto tiempo.
El hermano llegó poco después, sujetando a la abuela del brazo. No lloraba, pero el semblante sombrío y serio que pude observar cuando sus ojos se posaron en los míos me dejó claro que únicamente intentaba mantener la entereza por su abuela, la cual a su lado lloraba desconsoladamente. Se llamaba Alberto y tenía veinticinco años. Era encargado de una tienda de ultramarinos y aficionado a la pesca. Desde la muerte de sus padres se había dedicado enteramente a su trabajo y a cuidar a su abuela, quien había caído en una fuerte depresión por aquellas fechas y los problemas de salud de la anciana se habían agravado en los últimos años. No podía dejarla sola más de un par de horas. La anciana lo corroboraba.
Sin poder obtener más datos por el momento, la policía estaba a punto de dejarles ir cuando llegó una llamada de laboratorio. Habían enchufado el ordenador portátil y resultaba que no estaba apagado, sino que había quedado hibernando tras quedarse sin batería después del aparente asesinato. Aún se encontraba abierta la ventana del reproductor VLC con una película que se había reproducido: Ana Karenina, de Joe Wright.
No podía hacer más por el momento, así que me dispuse a abandonar la escena del crimen, aunque antes le entregué la tarjeta de nuestra agencia a los familiares dejándoles saber que volveríamos a ponernos en contacto con ellos. A su vez, me dirigí a Daniel Levinski, nuestro contacto en la policia, recordándole que nos pusiera al tanto de cualquier cosa que supiera. Regresé enonces a la agencia para redactar el informe de lo acontecido y ponerme en contacto con vosotros, los restantes miembros de la Asociación del Misterio. Creo que hay algo que se nos escapa en este caso, ¿qué puede ser?
Aradlith dijo:
Hola 🙂
Interesante el caso de esta mujer. Así para empezar, atando un par de cabos he llegado a la conclusión de que es probable que falte alguien por aparecer.
Raquel estaba viendo Ana Karerina, había dos cervezas, la ropa por el suelo… y el tres de corazones. Me huele a algo pasional. ¿En el hotel la vieron entrar la noche anterior con alguien?
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morelladupin dijo:
Hola Aradlith,
Me parece interesante el argumento de una tercera persona, bastante factible de hecho, pero sería un error teorizar sin pruebas. De todas formas, mañana sabremos los resultados de la autopsia, a ver si nos aportan algo nuevo. Y a ver si recibimos a lo largo de hoy algún informe de la policía.
Por el momento lo único que podemos ir adelantando son los testimonios del gerente y de la asistenta, a los que visité ayer por la tarde para ir aprovechando el tiempo. La asistenta apenas nos aportó más información que la que ofreció a la policía. El gerente sí nos dio bastante información sobre lo recogido en recepción. A continuación relato el breve encuentro:
– ¡Ay, señor mío! ¡Qué tragedia, qué tragedia!- exclamó la mujer entre sollozos. En esos momentos en el despacho del director estábamos tres personas, la asistenta, el gerente y yo. -¿Qué alma despiadada pudo llevarse a esa chiquilla?
– Cálmese, señora Francisca –dije yo intentando tranquilizarla al tiempo que sacaba el cuestionario para interrogarla – y vayamos a lo que nos trajo aquí esta mañana. ¿Es usted Francisca Guillermina Suárez, empleada del hotel Tres estrellas?
– Sí, la misma. Pero yo no hice nada, ¿eh? Estaba así cuando entré…esa mujer estaba allí…
– ¡Por favor, Francisca! ¡Nadie te está culpando! –le recriminó el director cogiéndole la mano – Ahora haga el favor de colaborar y responda a las preguntas de los detectives.
Aproveché para sacar el block de notas y anotar lo que me diría.
– ¿Podría describirme lo que hizo cuando llegó a la habitación 314?
– Pues verá…llegué a la puerta y como hago con todas las habitaciones golpee un par de veces por si había alguien dentro. Nadie contestó, así que saqué la tarjeta de acceso del bolsillo y entre con el carro de limpieza. Y, como dije ayer a sus compañeros de la policía, lo primero que hice fue ponerme con la cama. Recogí las sábanas y el edredón del suelo y volví a hacer la cama con otro juego limpio. Debajo de las sábanas había una camisa y un pantalón que doblé sobre la cama y los coloqué en la silla donde las encontraron ayer. Luego fui al baño, como siempre, con la intención de reponer las toallas mojadas y los jabones de la estantería. ¡Qué iba yo a saber que estaba esa mujer ahí, cielo santo! ¡Y como dios la trajo al mundo nada menos! ¡Pobre mujer…!
En esos momentos no pudo contener más tiempo el llanto por lo que decidí dejarlo estar de momento. En su lugar preferí hacerle una serie de preguntas al gerente.
– Señor gerente, ¿podría confirmarnos a nombre de quién estaba la reserva de esa habitación?
– La reserva estaba a nombre de la mujer, por supuesto. Por las grabaciones de las cámaras de recepción sabemos que llegó ayer a las once y media de la noche. Tenia reserva para una sola noche. A las doce de la mañana debería abandonar la habitación.
– ¿Sabe si llegó acompañada?
– No, señor. Ella sola. Y nadie vino a recepción preguntando por su habitación después de que ella llegara.
– ¿Se hizo alguna llamada a lo largo de la noche al servicio de habitaciones desde esa habitación?
– No, señor, ninguna. Por el momento no podemos aportarle más información.
– No se preocupe, creo que tenemos información que analizar por el momento. Estaremos en contacto. Y señora Francisca, cálmese. Le prometemos que daremos con el responsable de todo esto lo antes posible.
Me despedí dando la mano a cada uno de ellos y me dirigí andando hacia la agencia. Mil pensamientos al tiempo pasando por mi cabeza.
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morelladupin dijo:
Traemos noticias, señores,
Nos acaba de llegar la copia del informe de la autopsia de la víctima y un nuevo informe de la policía, con datos reveladores sobre el caso.
Lo principal es que ya tenemos la causa de la muerte: envenenamiento por belladona. La víctima falleció en las cuatro horas previas a la llegada del servicio de habitaciones, El rigor mortis aún no había empezado a manifestarse en el cuerpo de la fallecida. A mayores, la autopsia también reveló que la víctima estaba embarazada de dos semanas.
El informe policial también nos confirma lo desvelado por la autopsia: restos de belladona se encontraron en el interior de la lata de cerveza sin terminar que se llevó a analizar. Además, en esa misma lata de cerveza se encontraron dos huellas dactilares distintas, las de la víctima y las de otra persona, aún desconocida, puesto que no se corresponden con las de ninguno de los sospechosos conocidos.
Esto confirmaría la teoría de que hubo una tercera persona involucrada en el caso, pero ¿quién pudo haber sido? ¿y cómo haríamos para encontrarla?
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coolguy3434 dijo:
¿Algún ex-novio o similar que se sepa?
Puesto que ninguna huella coincide con ninguno de los sospechosos conocidos, habría que preguntarles al actual novio, hermano y abuela si conocen a alguien así. Por ejemplo si también si se veía a escondidas con alguien o tenía un comportamiento algo extraño (todo en el último mes),
Habría que preguntarle al gerente si tienen cámaras en los pasillos o cerca de ascensores y escaleras, porque pudo haber subido el asesino sin necesidad de preguntar en qué habitación estaba la víctima. Por lo que también hay revisar el móvil de ésta, para a ver si hay algún mensaje o llamada cercano a la hora de la llegada.
Y de momento no se me ocurre más nada.
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coolguy3434 dijo:
También buscar en las papeleras del propio hotel y alrededores a ver si se encuentra el contenedor que se uso para la belladona
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morelladupin dijo:
Hola detectives,
En primer lugar deciros que el hotel no tiene cámara alguna en los pasillos. Solo una a la entrada que enfoca a la recepción. El móvil y el recipiente de belladona no han aparecido ni en la habitación ni en los alrededores, ni en la habitación de la víctima, por lo que el asesino pudo haberlo llevado consigo.
A mayores, a lo largo del día de ayer nos hemos entrevistado con la familia de la víctima para ver si sus declaraciones nos podían aportar algo nuevo. Expongo a continuación ambos encuentros:
Esta misma mañana quedé con los familiares de la víctima para ver si podían aportarme nueva información sobre el caso. Los primeros con los que quedé fueron Alberto Fernández Castro y su abuela paterna, María de las Dolores Fernández Fernández.y para mi asombro, ninguno de los dos sabía que Raquel aún mantenía relación con Marcos, dado que ella misma había anunciado hacía seis meses su ruptura con el joven, puesto que sospechaba que él mantenía una relación a escondidas con otra mujer. Esto me dio que pensar. Si ella lo dejó porque sabía de su infidelidad y él quiso volver con ella podríamos tener un posible móvil.
Pregunté a Alberto por su relación con su hermana. El afirmó que aunque hacía semanas que no sabía de ella, las cosas entre ámbos iban bien. El bienestar de su abuela fue el único tema con el que discrepaban, ya que al parecer desde su ruptura la víctima apenas había llamado a casa ni se había preocupado lo más mínimo por la salud de la anciana.
-Hágame caso, detective. Si alguien tiene que ver con la muerte de mi hermana es ese tal Marcos. ¿Con quién más habría quedado en un hotel a pasar la noche? Mi hermana jamás me habló de de otro hombre en su vida y el Marcos ese ha llegado a ser pesado hasta decir basta.
– ¿Qué quiere decir con pesado? –le interrogué.
-Mire, desde su ruptura apenas piso la casa, ¿vale? Pero las pocas veces que vino estaba amargada ¿comprende? Y, bueno… no debería decir esto pero ya que más da. Un día hace dos meses, después de comer subió a su dormitorio a por unas prendas de ropa que hacía años que no usaba que a saber para qué las quería y dejó el teléfono móvil sobre la mesa. No paraba de vibrar por lo que lo cogí para saber quien le estaba llamando sin parar. Era ese Marcos, ¿sabe? Unas cuatro llamadas perdidas en diez minutos… ese tío está muy mal de la cabeza.
Me despedí de la familia Fernández y me dirigí a mi siguiente encuentro. Había quedado con el novio de la víctima en la cafetería debajo de la agencia. Cuando entró por la puerta pude ver su apariencia. La mirada perdida del joven y esas ojeras tan marcadas confirmaban que estaba sufriendo bastante por lo sucedido.
-¿Saben algo? –fue lo primero que preguntó justo antes de sentarse.
-Aún no. Estamos esperando el resultado de la autopsia. Veo que no tiene buena cara. ¿Quiere un café? Yo invito.
-Se lo agradecería, la verdad. No he pegado ojo en toda la noche. No entiendo como pudo pasar esto. Yo…de verdad no lo entiendo.
– Tengo algunas preguntas que hacerle. –empecé yo -¿Era usted la pareja actual de la víctima?
– Sí, lo soy. Y le puedo asegurar que yo no tengo nada que ver en lo que ha pasado. ¡Dios santo! Si ni siquiera sé porqué pasó la noche en ese hotel.
– No le estamos acusando, señor. Solo dígame, ¿su relación con la víctima iba bien, no tenían problemas últimamente?
– No, señor. Todo nos iba estupendamente. ¿Porqué lo pregunta?
– Su familia nos ha contado que tuvieron problemas en su relación hace seis meses y que ella decidió dejarlo con usted. ¿Podría comentarme qué sucedió?
– Pues verá, detective. Es cierto que me dejó, pero solucionamos el malentendido y volvimos a estar juntos. Resulta que por aquel entonces una antigua compañera de trabajo de Raquel, Cristina creo que se llama la chica, le fue contando que me vió con otra mujer, Raquel se lo creyó y rompió conmigo.
– ¿Y es cierto que había otra mujer?
– No, no era cierto. Bueno, no del todo. Era mi compañera de la farmacia, Águeda. Llevaba desde que nos conocimos enamorada de mí, pero siempre la rechacé, dejandole claro que yo solo quería estar con Raquel.
– ¿Sabe si Águeda tiene algo que ver con lo sucedido?
– No, no lo creo…ni siquiera vive en la ciudad y hace poco empezó a salir con un chico. Lo sé porque el joven viene a recogerla en su moto a la farmacia al finalizar su turno.
– ¿Y cuando volvió usted con Raquel?
– Hace mes y medio. Y ya le digo que nos iba bien. Aunque hay algo que quizá sí deba contarle. Hace una semana me quedé a dormir con ella en su casa y pasadas las tres de la madrugada sonó su móvil. Como ella estaba dormida y pensando que sería algo importante lo miré. Era un mensaje de whatsapp de un chico que no conocía… Manuel se llamaba. Le escribió preguntándole si estaba libre esa noche que quería hablar con ella.
– Un poco extraño, ¿no cree? ¿Y no le preguntó a Raquel quién era ese tal Manuel?
– La verdad es que no me atreví. Verá, estuvimos separados cuatro meses, ¿entiende? Imagino que sería alguno con quien mantuvo alguna aventura en ese tiempo y lo dejé estar. No crea que me interesaba saber con cuantos estuvo cuando me dejó, teniendo en cuenta que yo no llevé bien esa ruptura, precisamente.
– Una última pregunta, ¿sabía usted que Raquel estaba embarazada de dos semanas?
– ¿Cómo? ¿Embarazada? ¡Por supuesto que no! No… ¿Cómo? … ¿Íbamos a tener un hijo? ¡Cielo santo!
– Entonces no podría confirmarnos si el hijo era suyo, ¿verdad?
– Pues no… no sé…oiga…¿qué está insinuando detective? Teníamos relaciones sexuales, por supuesto…pero nunca dejamos de usar protección. Pero si no es mío ¿de quién es? No creerá que ese tal Manuel tiene algo que ver…¡Joder!
Tenía tal cabreo que acabó dando un puñetazo en la mesa.
– Escuche, señor Gutierrez. Creo que debería hablar con la policía y hacerse una prueba de paternidad. Si el hijo no es suyo, como asegura, no tendrá ningún problema con ello, ¿verdad? –le insinué.
– No, ninguno. Tiene razón. Iré ahora mismo.
Abandonamos la cafetería y tras despedirnos volví a la agencia a redactar lo sucedido. Mandé también una copia del informe a la policía. Sería interesante saber quién era ese tal Manuel y si tiene algo que ver con este caso.
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coolguy3434 dijo:
Lo primero sería ponerse en contacto con Manuel y Águeda, y preguntarles que hicieron durante la hora de asesinato.
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coolguy3434 dijo:
Obtener la lista de todos los clientes del hotel, o al menos de esa planta para preguntarles si vieron alguien a parte de la víctima y la señora de la limpieza entrar en esa habitación.
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Aradlith dijo:
A ver qué dice la prueba de paternidad del niño. Y bueno, estoy de acuerdo con lo que dice Coolguy, pero iría un paso más allá, estaría pendiente de la lista de clientes del hotel porque quizás entre ellos se esconda el asesino…
¿Las huellas de la lata de cerveza, las que no son de Raquel, se han analizado para comprobar a quién pertenecen?
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morelladupin dijo:
Bueno chicos, tenemos información nueva así que vamos por partes:
Hemos solicitado la lista de clientes del hotel, aunque ninguno parece tener vinculación con la víctima ya que era la primera vez que ésta reservaba una habitación en el mismo.
Por otro lado, el propio Marcos Gutierrez nos llamó ayer a la mañana para contarnos el resultado de su prueba de paternidad. Resulta que el hijo no es suyo, por lo tanto esto confirma la existencia de una tercera persona en este caso.
Las huellas de la lata de cerveza no se corresponden con nadie de la base de datos de la policía, por lo que podemos deducir que es una persona sin actos delictivos previos o, al menos, alguien a quien no han detenido nunca por cometerlos.
Hemos podido ponernos en contacto con Águeda. Sólo nos hizo falta pasarnos por la farmacia en la que trabaja Marcos, así que ha sido fácil. Sin embargo, ella ha confirmado las declaraciones del novio de la víctima. Tiene pareja estable desde hace un mes y hasta nos quedamos con ella hasta terminar su turno para poder comprobarlo por nuestros propios ojos. Parece que nada tiene que ver en este caso.
De ese tal Manuel, sin embargo, no tenemos más información que el nombre que nos ha aportado Marcos. ¿Se os ocurre alguna forma de poder localizarlo?
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coolguy3434 dijo:
Pues hay que preguntarle a la familia y amigos cercanos si conocen a alguna persona llamada así.
Por otra parte por alguna red social como twitter, facebook… Buscar a alguien llamado marcos.
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coolguy3434 dijo:
Si el móvil de la víctima tenía el gps activado, se podría tratar de localizar en el caso de que el asesino aún lo conserve.
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Aradlith dijo:
Uhm… yo diría de localizar a Manuel por medio del teléfono. Juraría que no hay teléfonos deshechables con whatsapp, y en el caso de que ya no lo tenga, para conseguir una tarjeta movil siempre hay que dejar los datos. Así que claramente buscaría en el teléfono de Raquel el teléfono de contacto de Manuel.
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coolguy3434 dijo:
El teléfono de Raquel lo tendrá muy probablemente Manuel, o en todo caso a saber en que basurero estará ahora
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morelladupin dijo:
Está bien, chicos.
Hemos logrado localizar a ese tal Manuel, pero ha sido enrevesado.
Aradilth, hicimos lo que nos pediste. En primer lugar hemos consultado a familia de la víctima, pero no tiene idea de nadie con ese nombre, Después, en colaboración con la policía, hemos intentado localizar el móvil de la víctima a través de la activación del sistema gps, pero parece que se encuentra apagado, quizá sin batería. De todas formas, se han mandado a varios agentes policiales a buscar el teléfono en los contenedores y vertederos locales. Esperamos tener noticias pronto.
Sin embargo, Coolguy, has hecho bien señalando que consultasemos las redes sociales. Resulta que había una cuenta de Facebook asociada a la víctima y, analizando los contactos, hemos dado con un «amigo» suyo llamado Manuel Paz Conrado. No sabemos de qué conoce a la víctima, pero por las pruebas que tenemos es probable que estemos ante el criminal que estamos buscando.
Ya le hemos pasado el informe de la investigación a la policia. A lo largo del día de hoy pasará a disposición policial y recogeran sus huellas y su ADN, para ver si coinciden con las pruebas que tenemos hasta el momento.
En caso de que coincidan, ya tenemos al culpable. Pero aún nos queda una pregunta por resolver, ¿Cómo hizo para cometer el crimen?
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coolguy3434 dijo:
Estoy un poco pillado ahora jaja, a ver cuando tenga algo mas de tiempo y echo un buen vistazo
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Aradlith dijo:
Veamos… si no hay marca física ninguna supongo que habrá que excluir la asfixia o que la hayan forzado a ahogarse, eso deja marcas en el cuello. Tampoco golpes…
Pregunta tonta: ¿cómo era la expresión de su cara?
Además: ¿se ha analizado el cuerpo de Raquel? ¿había algún componente en su sangre que no debiera estar?
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morelladupin dijo:
Como dijimos, Aradlith, la causa de la muerte fue envenenamiento por belladona.Seguramente el asesino se la suministró a través de la cerveza y esperó a que entrase en un estado cercano al coma para meterla en la bañera. Somnolienta y a punto de morir, poco podría hacer por defenderse.
Ojo al dato: la policía ha conseguido obtener una huella dactilar y fibra capilar de Manuel Paz Conrado y tras analizarla, han confirmado que sus huellas coinciden con el segundo par que se hallaba en la lata de cervezas. ¡Es el culpable, seguro! Además, la prueba de ADN realizada al feto de la víctima ha confirmado también que es el supuesto padre. Sin embargo, en todo este tiempo no se ha podido dar con él. La policía ya ha dado la alerta máxima y se encuentra en busca y captura. Hasta los países fronterizos están colaborando para su detención, pero eso ya es asunto de la policía.
Sin embargo, mientras rezamos por que lo detengan, aún nos quedan algunos detalles por desvelar. ¿Porqué creéis que la mató? ¿Qué relación creéis que tenían? ¿Cómo creéis que pudo entrar y salir de la habitación sin levantar sospechas?
Ojalá podamos tener alguna declaración de su propia boca para esclarecer todo el asunto.
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